Repensando un nuevo Pacto Social. Estado vs. Sociedad Civil o roles complementarios.
Un nuevo pacto social se impone como premisa de contención social. Los partidos polí-ticos desconfían de los nuevos movimientos sociales. Los nuevos movimientos sociales u or-ganizaciones de la Sociedad Civil, surgen ante la crisis de representación de la clase política y cuando esta deja de ser respuesta a las problemáticas e intereses comunitarios .
Contrato o pacto social supone reconocimiento del estado democrático. Implica para ambos sectores, políticos y sociedad civil, superar lo discursivo de la declaración universal de los derechos humanos e impulsar la construcción colectiva de un nuevo orden solidario.
Los efectos de las políticas sociales son fundamentales para mantener la vigencia de acuerdo entre las clases. Acuerdo, concertación, (pacto) implica: alianzas, estrategias de lu-cha y negociación, pero también contrato y compromiso, cumplimiento de pautas preestable-cidas. A nadie le conviene las tensiones y los conflictos masivos, llevan al debilitamiento del tejido social, destrucción de la familia, migraciones innecesarias, enfrentamientos crueles entre el capital y el trabajo, a “círculos perversos de pobreza y exclusión del sistema.”
Argentina y gran parte de Latinoamérica ya experimento el crecimiento económico con pobreza, ese pacto social nuevo tiene que llevarnos al crecimiento económico con equidad y desde una perspectiva de participación. Me permito pensar con una exigencia utópica “; que la economía este subordinada a la dimensión humana.” Esta afirmación es un requisito indis-pensable para hablar de desarrollo. Humanizar la economía sustentándola en la justicia so-cial implica el diseño de políticas publicas basadas en el trabajo y en la educación, en la par-ticipación cívico ciudadana y en la autodeterminación de la persona como corresponsable de su bienestar y progreso.
Cuando los ciudadanos nos reconocemos como actores primarios, internalizamos nuestros derechos y elevamos nuestra participación política, surge en la sociedad una pode-rosa energía, llamada por algunos autores “energía de la solidaridad” que obliga a repensar el Estado y recrear el concepto de ciudadanía desde una lógica de responsabilidad compar-tida. No todo le corresponde al Estado, no todo le corresponde a la Sociedad Civil, son roles diferenciados que se complementan, pero que también mutuamente deben controlarse.
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